¿DECIDES TU PAPEL EN LA VIDA? por Sundgren

Somos individuos únicos dentro de una misma especie, que desarrollamos nuestras vidas en un plano temporal, que avanza linealmente a ritmo constante y en un plano espacial conformado por los contextos físicos en los que nos desarrollamos. En estos planos sólo existe un presente, conformado por miles de instantes que se volatilizan y trascienden a nuestro pasado y otros tantos que están por ocurrir y que llamamos futuro.
Al ser dueños completos de nuestros actos, nos encontramos tomando decisiones en cada uno de esos miles de instantes presentes y salvo que se crea en religiones que defiendan la reencarnación, todos podríamos decir que nosotros y nuestro ser son barcos que comienzan en un puerto y después de varios años surcando los mares de la vida, terminan por naufragar y hundirse en ese gran océano, que se sustenta y alimenta de la muerte para confinarle sentido.

La cuestión es, ¿somos realmente dueños de nuestros actos? Más allá de la lógica influencia del contexto social donde nos encontramos, ¿nuestro ser y su esencia se encargan de tomar las decisiones más pertinentes a él mismo?

Si realmente cada persona tomara sus propias decisiones, ¿cómo puede ser que haya una gran mayoría que adopte sus acciones más trascendentales en los mismos momentos? Habrá gente que dirá que esto es así porque al ser seres de la misma especie, estamos genéticamente preparados y predispuestos para un tipo de acciones semejantes. Y estoy de acuerdo, hasta cierto punto; es verdad que a los 30/40 años pueda nacer un sentimiento congénito y natural que justifique nuestra existencia de perpetuar la especie, que a los 50 años nuestro sentido de responsabilidad aumente, así como nuestra visión periférica, evitando realizar ciertas locuras contrarias a lo estipulado. Esto es cierto, el ser humano tiene un desarrollo vital interno “x”, que le puede hacer estar más predispuesto a determinadas acciones, lo que no implica que la decisión final tenga que ser la misma para todo el mundo.

El problema es que observando durante los últimos tiempos acciones de personas en diferentes etapas de su vida, me doy cuenta que la gran mayoría toman esa decisión en función de su edad biológica, y no de su edad mental o espiritual; lo que nos llevaría a pensar que desperdiciamos la gran oportunidad que tenemos de nutrir a nuestro ser de ilusiones y hechos que realmente nos motivan, en favor de acciones que quizás no son lo que más nos apetece, pero es lo que hace la gente con esta edad, y es lo que nos toca con la edad que tenemos. 

Parece que existe una necesidad social que nos obliga subconscientemente a que hagamos lo que la gente espera de nosotros en función de la edad que tenemos, hasta el punto que nos convertimos en personas que juegan varios papeles dentro de su vida dependiendo de la edad que tengan. Si hasta los 18 años no estudias, algo va mal, si después no vas a la universidad, es que muy inteligente no eres, si sales de fiesta y haces locuras hasta los 25, es aceptado porque estás en la edad, si entre los 25 y los 35 encuentras trabajo y mujer, es lo correcto porque asientas la cabeza, a partir de ahí, ya sabes, hijos, casa, y olvídate de actos propios que harías cuando tenías 24 años, ¿por qué? Porque ya tienes 50, así que entras en una década en la que ya tienes familia conformada y educada, ahora cuida tu cuerpo y ve al gimnasio, mientras te vas informando de cuando te puedes jubilar. Quizá esta última etapa es la que más ha cambiado, ahora los jubilados tienen mejor salud y en vez de irse con el IMSERSO a Benidorm, lo hacen con la mujer a Tenerife o a Roma. 

Dicho esto, creo que olvidarse de la edad que tenemos es necesario para que tomemos nuestras decisiones y no dejarse llevar por “hacer lo que toca”. Porque nada toca, solo toca lo que te haga estar mejor contigo mismo, olvidándote de papeles que la sociedad te ofrece.

Acuérdate de que este camino va muy rápido y si quieres disfrutar del recorrido, toma las decisiones que más se acerquen a ti.

Crea tu papel y vive tu presente.


Editado por Sundgren

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